La Gran Riada

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Tres cuartas partes de la Ciudad quedarón inundadas,con cuatro millones de metros cúbicos que provocó la rotura del dique de contención de arroyo Tamarguillo, en el tramo que va desde el puente de la carretera Carmona y la actual Kansas City, justo donde comienza la Barriada de las Huertas.

El resultado de aquella catástrofe fue:

·552 hectáreas anegadas;

·30.176 personas perdieron sus hogares;

·4.172 viviendas fueron invadidas por el agua;

·1.603 chabolas quedaron destruidas;

·1.228 edificios sufrieron graves daños.

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El agua llego a casi todos los lugares de la capital,  para colmo -y como era norma anual-, el Guadalquivir tambien se desbordaba ese mismo año, inundando toda la Vega de Triana.

Como pueden apreciar, de la riada no se salvó ningún sector de la ciudad. Afortunadamente, despues de esta catástrofe se tomaron las medidas oportunas, y el temido Tagarete volvió a ser desviado, una vez más, de su recorrido, esta vez hacia el norte.

Bobby Deglané se había convertido en la voz del deporte de la postguerra al calor de la imaginación desbordada que la radio logró construir en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo. Los goles se marcaban antes en la mente de los radioyentes y los ciclistas subían las cuestas mientras los niños de entonces apretaban los puños a cada pedalada de sus ídolos. En aquella España en la que estaban aún recientes las mañanas de espera para recoger la «leche americana» y en la que el frío se afrontaba con cisco y picón, Sevilla encaraba los años sesenta con una importante población que vivía en infraviviendas. Un cinturón de miseria se había instalado más allá de la denominada Ronda Histórica desde el final de la Guerra Civil y sería la principal víctima de la riada del Tamarguillo ese  25 de noviembre de 1961. Aquella tarde en la que se rompió el muro de defensa del afluente del Guadalquivir salió a la luz la situación en la que estaban muchos sevillanos tras la inundación de más de quinientas hectáreas de la ciudad bajo cuatro millones de litros de agua y lodo.

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Más de 125.000 sevillanos se quedaron sin nada en pocas horas bajo una ciudad arrasada. En la Alameda de Hércules las aguas llegaron a superar los 1,80 metros de altura. En ese contexto, la voz deportiva se convirtió en el referente de un plan que tenía por objetivo abastecer a Sevilla lo antes posible. Bobby Deglané junto al periodista Manuel Zuasti organizan la denominada «Operación Clavel», con la que el pueblo español trataba de paliar las carencias de los damnificados. Todas las noches, Deglané, chileno de nacimiento pero de madre  trianera y que desde mediados de los años cincuenta era hermano de la Esperanza de Triana, realizaba un programa especial radiofónico en el que se recibían las donaciones, que llegarían casi un mes después en 142 camiones, 150 turismos y 82 motocicletas desde Madrid. Con ellos, algunos de los principales artistas del momento como Vicente Parra, Antonio «El Bailarín» o Mary Sampere, que junto con personalidades como la Duquesa de Alba, movilizaron la sensibilidad de los españoles.

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Arriba imagenes del Barco y la Iglesia de san Benito (también afectada)

La «Operación Clavel» estaba siendo un éxito. Desde que el 18 de diciembre saliera de la Plaza de Legazpi se le fueron uniendo voluntarios a una singular comitiva que abría una imagen de la Inmaculada y en la que llegaban a Sevilla cinco camiones de juguetes, 175.000 kilos de patatas, 180.000 docenas de huevos, 1.630 kilos de turrones y golosinas, 10.000 kilos de sardinas y guisantes, 7.500 cajetillas de tabaco, 10.000 kilos de jabón y detergente, 11.000 kilos de lentejas, 5.000 kilos de alubias y tres camiones de vino.

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Junto a ellos, una avioneta realizaba fotografías de la comitiva tras unírseles en el aeródromo de Cuatro Vientos. La misma aeronave que causaría la segunda tragedia de esta historia. Una multitud de sevillanos esperaba a la caravana en la entonces denominada autopista de San Pablo, actual avenida Kansas City, mientras la avioneta, en un vuelo rasante para fotografiar a los asistentes, se enganchaba en unos cables de alta tensión estrellándose sobre la multitud allí congregada. Murieron 20 personas y más de 100 resultaron heridas de diversa gravedad. Los actos festivos se suspendieron aunque no los de reparto de mercancías. Los restos de la avioneta quedaron junto a un cartel que ponía «Éste es el Tamarguillo chiquito… pero matón».
Una exposición en el monasterio de Santa Clara se inaugura hoy con fotos, objetos y testimonios de los supervivientes, para recordar la doble tragedia.

 

 

1 comentario en “La Gran Riada

  1. en una de las fotos en una barca se ve a don jose sanchez Barahona párroco de san Benito ,detrás en la pared se anuncia una película del cine bosque esta zona creo que le llamaban la almona

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